Críticas: Dos críticas de “El Brutalista” (“The Brutalist”), película de Brady Corbet con Adrien Brody, Felicity Jones y Guy Pearce (2025)

Críticas: Dos críticas de “El Brutalista” (“The Brutalist”), película de Brady Corbet con Adrien Brody, Felicity Jones y Guy Pearce (1)Alessandro Nivola y Adrien Brody.

Con sus más de tres horas y media de duración y su propuesta impactante y radical, el nuevo largometraje del realizador de The Childhood of a Leader (2015) y Vox Lux: El precio de la fama (2018) se convirtió en uno de los films más premiados desde su estreno mundial en la Mostra de Venecia 2024 (donde ganó el León de Plata a Mejor Dirección) y además está nominado en 10 categorías de los Oscar.

ElBrutalista(The Brutalist, Estados Unidos, Reino Unido, Hungría/2024). Dirección: Brady Corbet. Elenco: Adrien Brody, Guy Pearce, Felicity Jones, Joe Alwyn, Raffey Cassidy, Stacy Martin, Isaach De Bankolé y Alessandro Nivola. Guion: Brady Corbet y Mona Fastvold. Música: Daniel Blumberg. Fotografía: Lol Crawley. Edición: Dávid Jancsó. Distribuidora: UIP (Universal / Focus). Duración: 215 minutos. Apta para mayores de 16 años.

CRITICA 1, por Fernando E. Juan Lima (publicada originalmente en la cobertura de Venecia 2024)

ElBrutalistanarra el viaje del arquitecto judío de origen húngaro László Tóth (Adrien Brody), que emigra a los Estados Unidos en 1947. El consumado profesional, instruido en la Bauhaus y sobrevivientede la Segunda Guerra Mundial y los campos de concentración, reconstruye su vida en ese nuevo destino, buscando reencontrarse con su familia (lo que, a su tiempo, logrará). Mientras espera noticias del traslado de su esposa desde Budapest, el destino lo conecta con el millonario Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), un capitán de industria obscenamente rico, que le abre un posible camino al éxito pero también las puertas a una sumisión que podría anular su mirada artística.

Coescritas por Corbet y su esposa Mona Fastvold, las 3 horas y 35 minutos de metraje cuentan con un intermedio que separa lo que, en cierta medida, parecen dos películas. En la primera, la recreación detallada de la América de posguerra es esperanzadora pero también pesadillesca. La posibilidad del reencuentro con su familia, de volver a canalizar su arte y, en definitiva, triunfar y realizarse, no está exenta de inconvenientes y hasta oscuridades profundas (su creciente adicción al opio). Si en todo el film la estética brutalista llama al exceso y la grandilocuencia, en la segunda parte eso se transforma en gravedad y un espíritu desaforado que puede distanciar algo al espectador. Lo que en el inicio era una relación del artista con su jefe y aparente benefactor que daba muestras de una no tan sorda disputa de poder (¿quién decide en definitiva los detalles de la faraónica obra proyectada es el arquitecto o el que pone el dinero?), con el transcurso del tiempo se desnuda como un intento de posesión y avasallamiento, casi de esclavitud. Es aquí donde, de manera provocativa y expresionista, los privilegios e injusticias, la negación del otro, la mirada del director sobre lo más oscuro del alma estadounidense toma la pantalla.

La expectativa e ilusión que se despierta al inicio se transforma en cierta confusión o más bien aturdimiento frente a la bulímica actitud de Brady Corbet, por su pulsión de acumular “grandes momentos”, por las imágenes con las que redunda en el tormento que devora a László Tóth. En la primera parte, la acogida por parte de su primo Attila (Alessandro Nivola) en Pensilvania tiene un triste final, pero lo que sucede con Van Buren (que no se adelantará aquí, claro está) lleva la pesadilla hasta los infiernos más profundos. El choque entre el “arte” y el “capital” es mostrado de forma salvaje; más que de metáforas puede hablarse de la reiteración de gruesas consignas y lugares comunes.

El reencuentro con su esposa Erzsébet (Felicity Jones), en sillas de ruedas por la desnutrición que le causó osteoporosis en su paso por un campo de concentración, pero con los pies más en la tierra que el arquitecto, en principio renueva las fuerzas del artista. Pero, como sucede con la descomunal obra emprendida en una colina, cerca de la mansión familiar en honor de la fallecida madre del millonario financista, la muy interesante propuesta sucumbe por la enormidad de sus ambiciones. Demasiados “temas importantes” lastran la narración: la mentira del sueño americano, la discriminación y antisemitismo, la profunda ignorancia de la oligarquía, las perversiones del alma humana... Lo que sucede en Carrara (a donde viajan arquitecto y financista en búsqueda del mármol para el altar central de la obra que incluye iglesia pero también biblioteca, gimnasio y enorme sala para eventos) resume bien los méritos y problemas de la película: el paisaje blanco de la mina deslumbra cuanto aplasta por su gigantismo; la explicitud de la violencia, hasta entonces omnipresente pero contenida, lleva al límite cualquier atisbo de verosimilitud.

Excesiva y despareja, agotadora en definitiva, se agradece la voluntad del realizador de no atarse a los límites habituales de este tipo de films que pretenden “contar una época”. Rodada y proyectada en 70 mm, no son pocas las imágenes que quedarán en la memoria. El final, con la increíble escena de la denuncia efectuada por Erzsébet y luego el video que nos muestra el reconocimiento al artista en la Bienal de Venecia en 1980 repiten esa tensión y contradicción que recorre toda la película. La primera subraya hasta lo indecible; el segundo, en su premeditada fealdad, incluye una revelación que modifica por completo la percepción y significado de aquella inconclusa y desaforada obra.

Nos quedamos con lo positivo. No se ha visto en la Competencia Oficial de la Mostra 2024 otra película con mayor compromiso y riesgo para poner en la pantalla la personal mirada de su director. Preferimos los excesos y hasta algunos yerros antes que la búsqueda consistente y descarada de acomodarse a lo que se entiende que es el canon de los festivales.

Críticas: Dos críticas de “El Brutalista” (“The Brutalist”), película de Brady Corbet con Adrien Brody, Felicity Jones y Guy Pearce (2)

CRÍTICA 2, por Diego BatlleComo buen exponente de la vieja guardia cinéfila que se opone a la dictadura de los algoritmos, del consumo cada vez más efímero y disperso (me irritaba ver a varios “influencers” mirar todo el tiempo su smartwatches o chatear por WhatsApp en medio de la función), me encantan las experiencias largas y exigentes como la que propone Brady Corbet: son casi cuatro horas con un intermedio de 15 minutos durante el cual aparece en pantalla una cuenta regresiva que cuando llega a cero marca el inicio de la segunda parte.

Y en dos grandes partes (con un prólogo y un epílogo ambientado varias décadas más tarde) está dividido El Brutalista, un film lleno de ideas, de ínfulas y talento, pero también de cierta pretenciosidad (el guion del propio Corbet y su pareja Mona Fastvold aborda casi todos los “grandes” temas imaginables), apelando en varios pasajes a la grandilocuencia y a ciertos simbolismos un poco obvios y hasta por momentos torpes (¿brutos?).

El Brutalista es una película sobre László Tóth (Adrien Brody, notable), un arquitecto judío nacido en Hungría y formado en la escuela Bauhaus que sobrevive al Holocausto y en 1947 emigra a los Estados Unidos en busca de concretar el Sueño Americano. Encontrará esa posibilidad a partir de un encargo que le hace el multimillonario Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce) para diseñar un faraónico proyecto en Filadelfia (cuatro edificios unidos que incluyen desde una biblioteca hasta una capilla y un auditorio).

Pero el film no es solo sobre un arquitecto y la arquitectura brutalista (un estilo que se caracteriza por el uso de materiales crudos, como el hormigón armado, y por formas geométricas simples) sino -quedó dicho- sobre el Holocausto y sus consecuencias (la esposa de Tóth, Erzsébet, interpretada por Felicity Jones, ha quedado en silla de ruedas por una osteoporosis derivada de la hambruna), las penurias de los inmigrantes, el judaísmo y el antisemitismo, las diferencias de clase, los abusos de los poderosos en medio de la irrupción del capitalismo más salvaje y unas cuantas cuestiones no menores más.

Varios colegas han comparado a El Brutalista con El Padrino y también con la reciente y fallida Megalópolis. Puede verse, en algún sentido, como la épica histórica que Francis Ford Coppola hubiera querido hacer para volver a las grandes ligas. Eso no quiere decir que todo en el film de Corbet funcione de manera fluida y articulada. Hay una sensación de acumulación, de regodeo (hasta los créditos iniciales son “brutalistas”), de ambiciones que suenan desmedidas incluso para un film de casi cuatro horas de duración.

Rodado en el ya perimido formato VistaVision (también denominado de 8 perforaciones), creado en los años '50 por el estudio Paramount como alternativa al 35 mm panorámico, y pensado para una proyección ideal en copias en 70mm, El Brutalista regala esa sensación (para bien y para mal, pero en este caso con más hallazgos que traspiés) de los proyectos épicos, trascendentes y ambiciosos. Para salir airoso de semejante desafío, de ese aura de (auto)importancia que exuda en cada plano, hay que tener con qué. Y Corbet, sin dudas, está casi siempre a la altura de las circunstancias.

Críticas: Dos críticas de “El Brutalista” (“The Brutalist”), película de Brady Corbet con Adrien Brody, Felicity Jones y Guy Pearce (3)

Las suscripciones son la mejor manera para que las lectoras y los lectores apoyen directamente a los emprendimientos periodísticos independientes y ayuden a sostener un producto de calidad que mantiene el acceso a todos sus contenidos de forma gratuita. Además, se accede a una amplia oferta de beneficios y contenidos exclusivos.

MÁS INFORMACIÓNSOBRE BENEFICIOSY SUSCRIPCIONES

Críticas: Dos críticas de “El Brutalista” (“The Brutalist”), película de Brady Corbet con Adrien Brody, Felicity Jones y Guy Pearce (2025)

References

Top Articles
Latest Posts
Recommended Articles
Article information

Author: Jonah Leffler

Last Updated:

Views: 5943

Rating: 4.4 / 5 (65 voted)

Reviews: 88% of readers found this page helpful

Author information

Name: Jonah Leffler

Birthday: 1997-10-27

Address: 8987 Kieth Ports, Luettgenland, CT 54657-9808

Phone: +2611128251586

Job: Mining Supervisor

Hobby: Worldbuilding, Electronics, Amateur radio, Skiing, Cycling, Jogging, Taxidermy

Introduction: My name is Jonah Leffler, I am a determined, faithful, outstanding, inexpensive, cheerful, determined, smiling person who loves writing and wants to share my knowledge and understanding with you.